La primera erupción conocida del Etna es la registrada por Diodoro Sículo. El poeta romano Virgilio dio lo que probablemente sea una descripción de primera mano en la Eneida:
| Portus ab accessu ventorum immotus et ingens ipse; sed horrificis iuxta tonat Aetna ruinis; interdumque atram prorumpit ad aethera nubem, turbine fumantem piceo et candente favilla, attollitque globos flammarum et sidera lambit; interdum scopulos avolsaque viscera montis erigit eructans, liquefactaque saxa sub auras cum gemitu glomerat, fundoque exaestuat imo.[3.39] | Es este puerto grande y está libre del acoso de los vientos, mas cerca ruge el Etna en horrible ruina y, si no, lanza hacia el cielo negra nube que humea con negra pez y ascuas escendidas, y forma remolinos de llamas y lame las estrellas; otras veces se levanta vomitando piedras y las entrañas que arranca del monte y al aire con estruendo amontona masas de roca líquida y hierve en el profundo abismo. |
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